Imaginate gastarte más de 200,000 dólares en todo un Porsche y no solamente no presumir de él, sino esconderlo lo máximo que puedas para que nadie más pueda verlo. Es lo que hizo Steve Jobs, quien efectivamente no sólo se podía permitir semejante compra, sino además esconderla.
Como casi todo lo que hizo, el cofundador y CEO de Apple hasta 2011 tenía poderosas razones detrás para hacer lo que hacía. Dicen que se le veía encantado con su flamante Porsche 911 Turbo.