Basta que algo guste lo más mínimo para que aparezcan decenas similares. Ha ocurrido desde siempre, desde obras de arte hasta marcas reales. Pero internet ha masificado este efecto hasta niveles absurdos. Y los videojuegos no son la excepción. ¿Cuántos Battle Royale hemos visto desde que Fortnite pegó uno de los pelotazos más locos de la industria del videojuegos? Ya no hablemos de juegos como servicio.