Las instituciones financieras contemporáneas se enfrentan a un entorno regulatorio que se torna cada vez más complejo, demandando mecanismos de cumplimiento que sean tanto robustos como eficientes. Históricamente, estas organizaciones han dedicado innumerables horas a revisar normativas clave, como las Normas de Prevención de Lavado de Dinero (AML) y el Acta de Secreto Bancario (BSA).