Crónica de una escalada. A finales de 2022, la campaña iba muy mal y el sector empezaba a comprender que se dirigía de cabeza a un callejón sin salida. El problema no había hecho más que empezar, claro.
Para verano de 2024, el aceite valía un 100,4% más que en 2022 y un 62% más que en 2023. La demanda (mostrando su inelasticidad) no había caído tanto, pero había caído un 44,5% en solo dos años. Además, como respuesta lógica del mercado, el resto de aceites de consumo crecieron mucho.