El mes de octubre está cada vez más cerca, y este supone un momento crítico para
Microsoft que se deberá enfrentar al fin del soporte de
Windows 10 con una base de usuarios que sigue sin actualizar a
Windows 11. La única solución que plantean a priori para arreglar este gran problema de seguridad es mostrar mensajes intrusivos en pantalla recordando que es necesario actualizar. El problema es que mucha gente no puede.
En octubre toda persona que se mantenga en
Windows 10 va a ver como su equipo estará en un grave riesgo de seguridad al no poder recibir parches por parte de
Microsoft para solucionar todos los problemas que puedan surgir. De esta manera, estos clientes estarán en el foco de cualquier hacker que tendrá mucho más fácil explotar una vulnerabilidad.
En los últimos meses hemos visto como las cifras han mejorado un poco. En estos momentos la cuota de mercado de
Windows 10 ha bajado del 60% hasta situarse en un 58,03%. Aunque está todavía lejos de la cuota de
Windows 11 que se ubica en un 37,98%. Este ritmo de crecimiento no es para nada bueno para la compañía, lo que se puede categorizar como un 'problemón'.
Uno de los principales motivos para que la gente no actualice se encuentra en su hardware. El hecho de que
Windows 11 necesite tener una CPU concreta con TPM 2,0 hace que equipos antiguos no tengan la capacidad de actualizar. Pese a funcionar perfectamente.