Desde que lo probé en las betas de iOS 18,1 y 18,2, la sensación ha sido muy similar a la de descubrir por primera vez el iPhone X: un auténtico wow. Y lo más interesante es que esta experiencia no está anclada en la tecnología física, sino en el poder del software.
Como muchos otros apasionados de Apple, disfruto cada año renovando mi iPhone. Ahora tengo un iPhone 16 Pro en mis manos, las novedades entre una generación y otra no han sido tan grandes como otros años.