Mi padre (un señor de 68 años) acostumbra a
llamar de usted a la gente desconocida y especialmente, a aquellas personas mayores que él. Tampoco le falta el 'don', que reserva para ocasiones especiales como por ejemplo dirigirse a un médico (masculino no genérico). Según mi padre, es una cuestión de respeto y la verdad, sé que es algo generacional porque lo veo en mucha gente de su edad.
Ya entre mi generación millennial era algo en extinción, pero en la generación Z directamente ya no existe. Hay más fluidez en general, tanto en la calle como en el trabajo, si bien es cierto que la última generación en llegar al entorno laboral está rompiendo corsés y reglas no escritas.
La generación Z tiene una relación curiosa con sus jefes: hay quien opta por hacerles ghosting y no presentarse al primer día de trabajo, pero si lo hacen y tienen opciones de ascender, lo de convertirse en mandos intermedios tampoco va con ellos, supone mucho estrés y poca gratificación. Pero es que la gente más joven de la oficina ni siquiera llama jefes a sus jefes. Y no
pasa nada.
A favor de la generación Z cabe destacar que esta se ha incorporado a un mundo laboral tan digitalizado que diferentes rangos comparten espacios, teniendo acceso y voz, de modo que es posible interactuar con
superiores de forma regular y en escenarios informales.