La reciente insistencia de
Donald Trump en anexar
Canadá como el 51° estado ha dado para reflexiones en el ámbito político estadounidense. Si bien la idea no parece tomada en serio en
Washington y el gobierno canadiense ha dejado claro que no tiene interés en unirse a Estados Unidos, el
New York Times realizó un análisis en clave electoral de tal escenario revelando una consecuencia inesperada: la incorporación de
Canadá garantizaría una ventaja política para el Partido Demócrata en futuras elecciones. Sea como fuere, lo único cierto en toda esta historia es la eterna disputa por un islote entre ambas naciones.
Una isla y su importancia. Hablamos de Machias Seal Island, un pequeño islote de 18 hectáreas situado en el punto de confluencia entre la Bahía de Fundy y el Golfo de Maine, que representa la última disputa territorial entre
Canadá y Estados Unidos. Aunque su tamaño y geografía rocosa la hacen poco o o más bien nada habitable, su valor estratégico y la riqueza de sus aguas han mantenido el conflicto latente por más de dos siglos.
El frío extremo lleva dos años sin tocar España y los expertos temen que estemos cerca de un tercero. Con todo lo que eso implica
Un faro como símbolo de soberanía. La historia de la disputa se remonta a la Guerra de 1812, cuando tanto Estados Unidos como Gran Bretaña reclamaron la isla y sus aguas circundantes debido a su ubicación en un relevante ruta de navegación.