Mi columna en
Invertia de esta semana se titula «La emergencia climática que muchos no querían oír a>» (pdf), y trata de explicar, intentando de verdad no resultar oportunista o catastrofista, que lo ocurrido con la
DANA en
Valencia y otras partes de España forma parte de una desgraciada «nueva normalidad», y que sucede cuando la modificación del clima inducida por el uso descontrolado de combustibles fósiles desestabiliza la atmósfera hasta un punto determinado.
Los números son los números, y es importantísimo decirle a las personas que los números de los que se tienen que fiar no son los que les cuenta su cuñado, ni su presidente, ni de los que habla cualquier premio Nobel de cualquier ciencia que sistemáticamente nunca tiene nada que ver con la climatología (que sí, se puede ser muy competente en una disciplina y un completo idiota ignorante en otras). Los únicos números que cuentan aquí son los que enuncian los climatólogos, que es la ciencia relevante en este caso, y son muy claros.
¿Cómo de claros? Es tan fácil como pasarse por Daily CO2. En esa página está la lectura de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera en partes por millón (ppm) a día de hoy, porque la lectura se hace en el Observatorio de Mauna Loa, en Hawaii. Ahora mismo mientras escribo estas líneas muestra la lectura de ayer, 422,91 ppm, y la compara con la de hace un año, que era de 419,29 ppm.