El fenómeno del
fallo muscular es probablemente uno de los más incomprendidos en el sector del fitness. Hay un error sumamente generalizado en cuanto al
fallo muscular que asume que este se produce porque el músculo en sí es incapaz de producir la fuerza necesaria para alzar una determinada carga. Sin embargo, esto es falso. En realidad, el
fallo muscular se produce porque hacia el final de una serie alcanzamos nuestro nivel máximo tolerable de esfuerzo percibido.
Cuando esto
sucede, nuestro sistema nervioso central deja de aumentar el comando motor para compensar los mecanismos de fatiga local que están sucediendo dentro del músculo.
En este artículo vamos a explicarte qué supone exactamente fallar
durante un entrenamiento de fuerza.
Para entender por qué tiene lugar el
fallo muscular primero debemos entender qué es la fatiga. La fatiga es una reducción temporal del rendimiento pudiéndose medir cómo una reducción en la fuerza máxima. Importante: tiene lugar
durante y luego del entrenamiento, no solo
durante.
Tendemos a pensar en la fatiga como algo local o periférico, es decir, que si entrenamos nuestro cuádriceps lo único que se fatiga es nuestro cuádriceps y que esto no tiene ningún tipo de repercusión más allá de los márgenes de ese mismo músculo. Me temo que no es así puesto que la fatiga puede tener efectos tanto a nivel periférico como central.