Tim
Cook ha vuelto a demostrar su maestría. No solo llevando a Apple a lo más alto, sino anteponiendo el valor de su empresa por encima de opiniones y razones personales. Muchos hablan de un verdadero arte de la diplomacia corporativa. El CEO de Apple ha realizado una donación personal de un millón de dólares al comité inaugural de
Donald Trump. Un movimiento que confirma su estrategia de "participación, no confrontación", y que contrasta radicalmente con el estilo de su predecesor,
Steve Jobs.
El CEO de Apple ha construido durante años una relación estratégica con Trump que incluye encuentros en Trump Tower, el club de Bedminster y hasta cenas en Mar-a-Lago (donde recientemente coincidió con Elon Musk). Una relación que se basa en el pragmatismo y en mantener las puertas abiertas independientemente de las diferencias ideológicas.
No es la primera vez que Tim
Cook utiliza su talante para mantener las relaciones institucionales. En 2019, cuando Trump amenazaba con aranceles del 25% a las importaciones chinas,
Cook le regaló un Mac Pro de 5,999 dólares fabricado en Texas. Un regalo simbólico que venía acompañado de una estrategia mayor: mostrar que Apple podía fabricar en Estados Unidos, aunque fuera de forma limitada. A día de hoy, el procesador del iPhone 15 se fabrica en Estados Unidos como parte de esta "nacionalización" pedida por Trump.
Lo más llamativo de esta nueva donación es el contexto: Tim
Cook no es precisamente republicano.