A
Ámsterdam se le ha indigestado el
turismo. Al menos el denominado
turismo de masas. Mientras en otras urbes europeas con un marcado peso del sector servicios incluidos grandes destinos españoles se celebra cada nuevo récord de visitas como un éxito económico, en la capital holandesa han cambiado de enfoque.
Allí el objetivo ya no es capar más
turismo, sino ponerle freno en un intento por hacerlo compatible con la vida de sus vecinos. Con ese propósito sus autoridades han fijado un tope de pernoctaciones, desterrado los cruceros e incluso lanzado una campaña para repeler a los visitantes que buscan sexo y drogas.
Ahora la ciudad ha decidido ir un paso más allá y echar el freno a su sector. ¿Cómo? Prohibiendo la construcción de nuevos hoteles. Por cada uno que abra, otro debe cerrar. Y el balance de plazas no podrá aumentar en ningún caso.
No más hoteles, gracias. Eso es lo que acaba de hacer el Ayuntamiento de
Ámsterdam. Y con rotundidad, además. El jueves lanzó un comunicado en el que anuncia su veto a la construcción de nuevos alojamientos e insiste en su deseo de
frenar el
turismo masivo. "Ámsterdam dice 'no' a los nuevos hoteles. Queremos que la ciudad siga siendo habitable, tanto para residentes como para visitantes. Eso significa: no al exceso de
turismo, nada de nuevos hoteles y no a más de 20 millones de pernoctaciones hoteleras por parte de turistas al año", subraya.