El fuerte crecimiento de
Bluesky tras las elecciones norteamericanas que han oficializado la conversión de X en una red tóxica está haciendo que la compañía se apresure a lograr más servidores, y que amenace con convertirse en la auténtica heredera de
Twitter, en lugar de X o
Threads.
Resulta curioso pensar que la gran apuesta de
Elon Musk adquiriendo
Twitter, le haya salido muy bien por la rentabilidad que ha logrado en términos de influencia, pero le pueda salir muy mal si termina con X convertida en una red similar a Gab o TruthSocial, auténticas cámaras de eco para la ultraderecha en las que solo se escuchan a sí mismos.
Sin embargo, esas sensaciones positivas que muchos afirman tener en
Bluesky pueden ser relativamente efímeras, como ocurre con todo aquello que es tocado por la varita de la popularidad. A pesar de su supuesta descentralización y de las pretensiones de la compañía de no repetir los yerros de redes sociales anteriores, la realidad es que poca defensa existe cuando personas de determinadas tendencias políticas y dialécticas deciden abrirse perfiles en una red.
Por el momento,
Bluesky es una delicia simplemente porque se niega a adoptar los vicios nefandos de las redes sociales: no espía a sus clientes como
Threads, no los castiga con publicidad, no pretende ponerles delante de los ojos lo que quieren que vean, ni adopta decisiones arbitrarias para garantizar un crecimiento determinado.