La publicación por parte de
El País de un anuncio sobre el archivo de 250 páginas de un comité de cincuenta supuestos expertos encargado por el gobierno sobre el uso de tecnología por parte de menores, en el que aparecen hasta 107 medidas centradas todas ellas aparentemente en la restricción es una prueba más de cómo de retrógrado se puede llegar a ser cuando se plantea la adaptación de la sociedad a un nuevo entorno tecnológico, y es la prueba de que uno puede hacer lo que le dé la real gana con un comité⦠basta con seleccionar a sus expertos buscando un consenso claro en torno a la restricción, para que salga lo que ha salido. Los cincuenta expertos son como los monos de «2001: una odisea del espacio» cuando encontraron el monolito.
Todo el informe parte de una base que es completa y rigurosamente cierta: los smartphones son peligrosos, y pueden serlo más para los menores de edad. Hasta aquí todos de acuerdo: no solo son peligrosos, sino que están diseñados para generar comportamientos adictivos, por compañías sin escrúpulos que viven precisamente de que lo sean. Estamos hartos de saberlo, y tenemos pruebas fehacientes de que no solo esos peligros existen, sino que generan comportamientos potencialmente muy nocivos. Lo vemos todos los días.
Pero para eso, no hacía falta un comité de cincuenta expertos.