El asesinato a tiros de
Brian Thompson, en la entrada de un céntrico hotel en
Manhattan está generando muchas reacciones y reflexiones sobre lo que supone la responsabilidad de tomar decisiones en ámbitos corporativos.
La aparición en la acera de los tres casquillos usados en el asesinato con esas tres palabras grabadas deja claro, que el asesinato ha sido perfectamente premeditado, y en segundo, que se relaciona con esa estrategia de reducción de costes. El autor del asesinato, que pasó varios días en
Manhattan planeándolo meticulosamente y huyó en una bicicleta eléctrica municipal, sigue en busca y captura.
Si disparas a un hombre en la calle, es un asesinato. Si matas a miles de personas en hospitales privándolas de su posibilidad de recibir tratamiento, eres un emprendedor p>
O este que reflexiona sobre el asesinato atribuyéndole un motivo claro: la personificación en este directivo de un comportamiento aparentemente generalizado que genera problemas vitales a mucha gente:
«Por supuesto, el asesinato es malo. Los chistes sobre el director ejecutivo de United no se refieren a él en realidad, sino al rapaz sistema de salud que personificó y por el que los estadounidenses sienten un profundo dolor y humillación.»
¿Es una barbaridad? Por supuesto. Premeditar un asesinato, acercarse a alguien por la espalda y matarlo a tiros es una salvajada lo miremos como lo miremos.