Cuando
Napster, el 'ogro' de la industria musical, mordió finalmente el polvo ante ella, la moda de las descargas no autorizadas no se extinguió, como pretendía, sino que se fragmentó entre multitud de nuevas aplicaciones que cogieron el testigo de aquella.
Y en esos primerísimos años de la década de los 2000,
Kazaa se alzó como uno de los programas de intercambio de informes más populares del mundo: hacía uso de una tecnología P2P (peer-to-peer) que permitía a los clientes compartir música, películas y otros informes con una facilidad sin precedentes.
Sin embargo, su historia estuvo marcada por demandas y prohibiciones, por lo que terminaría siguiendo el triste camino de
Napster. Lo curioso es que, algunas universidades en Estados Unidos siguen advirtiendo a sus estudiantes sobre los 'peligros' de utilizarlo.
Cuando
Napster desapareció del recién desaparecido escenario del P2P, el repentino vacío fue llenado rápidamente por
Kazaa (y por Morpheus, Gnutella, LimeWire, BearShare, eDonkey...). Su fácil uso y su enorme biblioteca de informes hicieron que millones de personas lo adoptaran en todo el mundo, pero además logró que la industria musical pusiera una diana sobre la aplicación.
Así, la RIAA (algo así como la SGAE estadounidense) comenzó una guerra legal contra los servicios P2P y sus usuarios. A diferencia de
Napster, que operaba con servidores centrales,
Kazaa utilizaba una red descentralizada, lo que lo hacía más difícil de controlar.