Los
problemas digestivos son propios en situaciones de alto estrés o ante comidas copiosas. El ejercicio físico puede ayudar a la digestión al reducir el estrés y beneficiar las acciones que suceden en la digestión, como el mantenimiento del equilibrio bacteriano. Entre los motivos demostrados científicamente para utilizar el ejercicio físico en la mejora de la digestión están los que revelan una diminución de bacterias dañinas en el intestino, mayor biodiversidad de la flora bacteriana intestinal, menor inflamación crónica y reducción de acumulación de grasa vinculada con
problemas digestivos.
Caminar es una de las formas con mayor base científica que puede ayudar a mejora la digestión, ya sea haciéndolo a continuación de las comidas o como actividad física en cualquier momento. Caminar unos 20 minutos a continuación de las comidas ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre y la digestión.
Además, la caminata es una forma simple de hacer ejercicio físico, por lo que puede mejorar los síntomas de una mala digestión como hemos visto al inicio del artículo. El ciclismo es otra actividad física aeróbica que ha demostrado tener efectos beneficiosos en la digestión.
El yoga y los estiramientos influyen directamente en el bienestar mental, relajando los músculos y liberando el estrés, lo que mejora la digestión y aleja alteraciones como el dolor abdominal, la diarrea o el hinchazón abdominal.