¿Qué ocurre cuando mezclamos un desconocimiento generalizado de farmacología y salud, con desconocimiento sobre las lenguas y culturas extranjeras? Muchas cosas, y pocas tan desagradables como lo ocurrido entre los siglos XII y XVII: el consumo de mumia p>
Durante la etapa final de la edad media y los primeros siglos de la edad moderna, los médicos en Europa consideraron esta sustancia como un bálsamo con propiedades curativas de lo más variopinto, desde curar una indigestión hasta luchar contra la peste bubónica. El problema es que la mumia strong> no era otra cosa que un preparado elaborado a partir de los restos momificados de personas fallecidas cientos o miles de años atrás. Es decir, momias trituradas.
Pero su consumo podría haberse debido a un simple error de traducción, tal y como explica en un artículo para The Conversation la profesora de la Universidad de Bristol Michelle Spear.
Para transportarnos al Antiguo Egipto, unos investigadores llevan meses haciendo una sola cosa: oler momias de hace 5,000 años
Solemos asimilar la medicina medieval con la conocida teoría de los cuatro humores, pero esta no era la única doctrina médica que inspiraba la medicina de aquella era. En su artículo, Spear relaciona el polvo de momia con la doctrina de las signaturas. Esta otra teoría consideraba que las sustancias sanadoras guardaban en su forma semejanza a aquello que querían curar.