Uno de estos casos sobre los efectos de la disrupción que, tengo necesariamente que localizar interesantísimos: hablo de
Chegg, una página conocidísima entre los estudiantes en los Estados Unidos y en muchos países de habla inglesa.
Creada en 2006 por tres estudiantes de
Iowa State University, al origen como un simple foro en el que intercambiar libros de texto, proporcionar ayuda con trabajos y deberes de clase, alquilar libros de texto digitales y físicos, ofrecer tutorías en línea y otros servicios similares para estudiantes, su nombre respondía a la contracción de «chicken and egg», en referencia al clásico problema de si fue primero el huevo o la gallina.
Al ir creciendo y evolucionando,
Chegg se convirtió no solo en un gigante cotizado en el NYSE, sino que adquirió además una cierta mala reputación, porque era el sitio al que cada vez más estudiantes acudían para que les hiciesen sus trabajos en modo «rincón del vago«: muchos de los servicios ofrecidos por
Chegg se consideran contrarios a la ética en muchas instituciones, como la supuesta «ayuda con los deberes», en la que, en realidad, los «expertos de Chegg» (típicamente estudiantes en India y otros países en vías de desarrollo) llevan a cabo en modo subcontratación los trabajos de los estudiantes, o el intercambio de informes académicos, en realidad estudiantes que publican hojas con dudas de trabajos y solicitan respuestas.