¿Cómo recuperar la experiencia de cliente que teníamos en internet
antes de que fuera colonizado por las plataformas comerciales?
Las redes sociales transformaron el mundo digital abriendo cauces
inéditos de participación personal y colaboración comunitaria. Pero, la entrega de nuestros datos y la exposición de nuestra privacidad fueron el precio que pagamos por obtener servicios gratuitos en unas aplicaciones que, junto a los móviles, se volvieron endémicas convirtiéndose en prótesis tecnológicas de la vida social.
Pronto, se concentró en retener a los clientes el mayor tiempo posible dentro de los jardines vallados de sus propietarios.
Las redes secuestraron nuestra atención y se volvieron adictivas. Los
algoritmos fueron la salsa secreta de cada competidor para exprimir los datos de los clientes y transformarlos en contenidos apetecibles, que no podían parar de consumir. Finalmente, ese tiempo capturado de una audiencias cada vez más cautivas y mejor perfiladas se reveló como una mina de oro digital a la que se explota sin pausa ni piedad.
Algunos episodios especialmente escandalosos, desde las revelaciones de Snowden hasta la actual gestión de X, pasando por los casos de Cambridge Analytica y los Papeles de Facebook, fueron despertando la conciencia crítica de muchos usuarios que no querían seguir formando parte de un juego que se había vuelto perverso, pero tampoco se resignaban a abandonar internet.