Mi columna de esta semana en
Invertia se titula «Apple y las puertas traseras» (pdf), y es un intento de explicar lo que está ocurriendo en el
Reino Unido cuando el gobierno del país ha pretendido ordenar a Apple que le facilitase una puerta trasera que le permitiese, previa orden judicial, inspeccionar los informes que un usuario de cualquier país del mundo tiene almacenados en su nube,
iCloud.
Al eliminar la opción de cifrado de extremo a extremo, que no permitía que la compañía pudiese ver el contenido de los documentos almacenados, los datos pasan a estar en cifrado convencional, y Apple puede responder a demandas del gobierno para poder ver lo que hay almacenado en las cuentas. Pero lógicamente, lo que eso hace es que el conjunto de los usuarios estén más expuestos, y que los que realmente estuvieran utilizando
iCloud con fines delictivos se vayan a otro servicio, lo que convierte la medida en completamente absurda y digna de políticos ignorantes incapaces de entender lo que están pidiendo.
¿Anula esto el compromiso de Apple con la privacidad? Teniendo en cuenta que una compañía está, lógicamente, obligada a cumplir las leyes de los países en los que opera, lo único que ha hecho Apple es lo que podía hacer: avisar convenientemente a sus usuarios y eliminar la opción que le impedía cumplir con las demenciales exigencias de su gobierno.