En pleno auge de las herramientas de inteligencia
artificial generativa, la consultoría se encuentra en medio de una revolución relativamente silenciosa y profundamente transformadora que podría resultar trascendental de cara a su futuro.
La consultoría tradicional se basa en un modelo intensivo en mano de obra generalmente muy cualificada, con grandes equipos dedicados a investigar, analizar datos y formular recomendaciones a medida. Este modelo es costoso y lento, y las compañías se han encontrado con que la llegada de la inteligencia
artificial generativa ejerce un impacto inmediato al ser capaz de automatizar muchísimas tareas rutinarias, acelerar análisis y amplificar drásticamente la capacidad de los equipos. El resultado, sustitución de consultores junior y asistentes por algoritmos generativos, proyectos con un desarrollo generalmente más rápido y, en consecuencia, mejores márgenes para las firmas que adoptan estas herramientas.
Los propios clientes exigen cada vez más la integración de tecnología en los servicios de consultoría. En una encuesta reciente de IBM, un 86% de los compradores de consultoría afirmó que busca activamente proveedores que incorporen inteligencia
artificial en sus servicios, y un 66% incluso afirmó que dejaría de trabajar con consultoras que no lo hagan.