Lo anticipé en su momento, y está ocurriendo: la constatación de que las organizaciones podían seguir funcionando razonablemente bien en modo de trabajo remoto, unido al aprendizaje organizacional que supone popularizar herramientas como la videoconferencia, que facilitan la coordinación en general, pero además con trabajadores externos y freelancers, iba a suponer un replanteamiento de los organigramas de muchísimas compañías, con un foco especialmente directo en la eliminación de los llamados mandos intermedios.
Los datos, como el algodón, no engañan: las compañías norteamericanas están experimentando una rápida reestructuración, y los mandos intermedios están teniendo muchísimos problemas de subsistencia. Ejemplos como el de Elon Musk en Twitter â y pronto en el gobierno norteamericano â o el de Mark Zuckerberg en Meta, eliminando costes y burocracia a base de recortar capas de mandos intermedios en nombre de la eficiencia, se han convertido en recetas para cada vez más compañías, que sin duda están comenzando a ser aplicadas a
gran escala. La idea de tener «directivos que gestionan directivos que gestionan directivos que gestionan directivos y que, finalmente, gestionan a las personas que realmente están haciendo el trabajo» parece cada vez menos atractiva.
Citi ha reducido sus trece niveles de gestión a ocho, que aún así siguen siendo un buen número de capas.