Cuando, comenzó la popularización de internet espoleada por el desarrollo de una interfaz sencilla y visual como la WWW creada en el
CERN por
Tim Berners-Lee, los clientes tardamos muy poco en darnos cuenta de que, ante la dimensión que estaba tomando, los buscadores eran fundamentales para poder moverse en ella.
El panorama de los buscadores fue evolucionando: de los primeros, basados en el listado voluntario de las páginas, a los primeros crawlers, a la indexación en función de frecuencias de términos, al desarrollo de modelos de negocio basados en la venta de resultados, a la filosofía de los portales, y de ahí, a algoritmos cada vez mejores basados en los enlaces. De aquella batalla surgió un único ganador, ha ejercido una supremacía incontestable durante décadas.
El panorama de la búsqueda ahora, sin embargo, parece estar haciéndose mucho más complejo. La inteligencia artificial generativa ha venido a mover todos los muebles: cada vez son más los usuarios que optan por preguntar a su algoritmo preferido lo que buscan para que les devuelva una respuesta estructurada en lugar de una simple página de resultados llena de enlaces. Y con ChatGPT dominando completamente el mapa, el resto de competidores necesitan moverse rápidamente para tomar posiciones que valgan la pena.
Así, los movimientos en torno al posicionamiento para situarse como aplicaciones instaladas en dispositivos y como motores de búsqueda son constantes.