Los
banners de
cookies, omnipresentes en la experiencia web actual, se han convertido en una fuente de frustración para millones de usuarios europeos. Aunque su intención original era mejorar la privacidad de los internautas, el impacto real en este ámbito resulta mínimo. Según un análisis reciente, los europeos destinan colectivamente más de 575 millones de horas al año a interactuar con estos
banners, lo que representa un considerable
coste económico y de productividad para la región.
Los
banners de
cookies son una exigencia del ePrivacy Directive 2002/58, una normativa europea que requiere el consentimiento informado antes de almacenar o acceder a información en los dispositivos de los clientes. Sin embargo, lejos de ser introducidos por el RGPD, estos
banners datan de un contexto tecnológico en el que el uso de
cookies apenas comenzaba a ser conocido por el público.
El objetivo inicial era garantizar que los Usuarios fueran conscientes de cómo se utilizaban sus datos, la mayoría de estos
banners se limitan a habilitar herramientas de análisis web, medir la eficacia publicitaria o gestionar el tráfico. Además, es poco común y requiere procesos legales complejos, como órdenes judiciales.
Desglosando las cifras, se estima que la población total de la Unión Europea en 2024 es de 449,2 millones de personas, con un 90 % de penetración de internet, lo que equivale a 404,28 millones de usuarios.