El bombardeo de información y ofertas al que estamos sujetos estos días a veces no deja ver la otra cara de la moneda. En realidad, no estás obligado a comprar algo en
Black Friday, aunque casi parece un sacrilegio si nos sumergimos en cualquier web o tienda física nada más salir de casa. Estos días hemos contado un poco de todo, desde las diferentes estafas con las que debemos tener cuidado hasta la explicación detrás de algunas marcas extrañas a>. El último tema que nos quedaba por abordar era por qué nos volvemos locos con estas fechas.
El atractivo de las ofertas. Lo contaba la psicóloga Jansson-Boyd en The Conversation.
Black Friday, y otros tantos eventos de descuentos como las rebajas de enero o el Amazon Prime Day generan un fervor que une a consumidores de todo el mundo. Las semanas previas a estas fechas están llenas de publicidad, ofertas y promociones que invitan al consumidor a participar en esta especie de cacería de los descuentos.
Por su parte, las tiendas físicas no se quedan atrás: colas interminables, multitudes e incluso alguna que otra disputa física se han convertido en un fenómeno asociado a estas ventas. Por ejemplo, con la venta flash de utensilios de cocina Le Creuset en Inglaterra, que terminó con intervención policial debido a las aglomeraciones. En Estados Unidos, el impacto ha sido tan significativo que incluso se creó un sitio web para documentar lesiones (y en algunos casos, muertes) ocurridas durante el
Black Friday.