La identidad industrial de
Odense estuvo marcada por sus astilleros. Durante casi un siglo, sus ingenieros construyeron algunos de los portacontenedores más avanzados del mundo, incluidos los gigantes de la clase Mærsk E, que en su momento fueron los mayores barcos de carga jamás construidos. Pero la industria naval danesa llevaba años perdiendo terreno. Desde finales de 1970, el sector sufrió un repliegue gradual a medida que la construcción naval se trasladaba a Corea del Sur, Japón y China, donde los costes de producción eran significativamente más bajos.
Para contener la crisis, el Gobierno de Dinamarca impulsó subsidios estatales, créditos a la exportación y encargos estratégicos, pero la tendencia era imparable: entre 1977 y 1985, la cuota de mercado de los astilleros europeos cayó del 41 % al 18 %, mientras que la de Asia pasó del 46 % al 70 %, con China emergiendo como un actor clave. Son datos que aparecen en "Transforming an Industry in Decline", un análisis de Thomas Roslyng Olesen sobre la caída de los astilleros daneses.
Odense no fue inmune a este cambio. Hasta finales de la década de 2000, Mærsk había construido muchos de sus barcos en el
Odense Steel Shipyard, pero la creciente competencia de los astilleros asiáticos llevó a la compañía a replantear su estrategia.