En pleno siglo XXI, mientras la fachada de la democracia se derrumba bajo el peso de una kinderpolitics de patio de parvulario sin sentido, los verdaderos beneficiarios son aquellos que han sabido adaptarse al nuevo orden: las grandes tecnológicas y los oportunistas. Bajo la sombra del Idiot-in-Chief, vemos cómo se desmantelan las barreras que protegían a los ciudadanos, dejando paso a la más tóxica colaboración entre poder y dinero.