En los últimos años, la industria del software ha estado dominada por un modelo de negocio basado en suscripciones, conocido como Software como Servicio (SaaS): al contrario que en el pasado, tus aplicaciones ya no son algo concreto que podías usar porque lo hubieses comprado e instalado en un rincón de tu disco duro, sino que sólo ejercen, en menor o mayor medida, de mero portal alquilado hacia la plataforma (en la nube) de la compañía desarrolladora.