La leyenda de Lilian Gish en el mundo del cine llegó, paradójicamente, de la destrucción del propio cine. Y es que la que luego sería una de las primeras grandes estrellas de la industria empezó vendiendo caramelos y palomitas en Illinois, cerca del cine Majestic. Cuando este se quemó y el negocio dejó de tener sentido, la familia decidió probar suerte en Nueva York.