En la mitología moderna de Silicon Valley, hay dos tipos de dioses: los que construyen catedrales de cristal donde la innovación florece entre horarios flexibles y café de especialidad, y los que creen que el éxito es una carrera de resistencia donde solo sobreviven los que duermen con un ojo abierto. Elon Musk parece que pertenece a este segundo grupo.
El magnate sudafricano, dueño de Tesla y SpaceX ha convertido el agotamiento en un símbolo de estatus.