La censura ha existido desde que el cine es cine. Literalmente: en 1896, un corto donde la bailarina de Coney Island Fatima Djemille (aparentemente, al menos, puesto que nadie ha averiguado su identidad exacta) bailaba durante unos segundos, se acabó proyectando con franjas arriba y abajo tapando sus aparentes partes pudendas. El problema es que llevaba ropa, pero estas barras dispararon la imaginación de aquellos tempranos espectadores de finales del siglo XIX.