En mayo de 2015, catorce ejecutivos de la FIFA fueron arrestados en Suiza con diferentes cargos que iban desde lavado de dinero hasta, directamente, fraude. En total, se supone que robaron más de 150 millones de dólares en sobornos, que pudieron llevar, entre otros, a la elección de Rusia y de Qatar como los países anfitriones de la Copa del Mundo en 2018 y 2022, respectivamente. La credibilidad de la federación estaba en su momento más bajo.