A lo largo de los últimos años, estamos siendo testigos de una carrera frenética entre las dos más importantes potencias mundiales por liderar el desarrollo y la implementación de la inteligencia artificial.
Por un lado, las grandes compañías tecnológicas norteamericanas han apostado decididamente por la inversión masiva y absolutamente desenfrenada en centros de datos dedicados al desarrollo y entrenamiento de la inteligencia artificial.