"Esto tiene que ser mágico". "¡Largo, volved a intentarlo, esto no es lo suficientemente mágico!". Esas fueron las dos primeras frases que recibió
Francisco Tolmasky de
Steve Jobs, según esta entrevista, un niño prodigio que llevaba apenas unos días en Apple, cuando le enseñó el proyecto en el que estaba trabajando. Hablando de
MobileSafari, el primer navegador de
iPhone antes siquiera de que existiera el
iPhone.
Jobs regresaba a la empresa tras un mes de vacaciones y él fue quien dio su bendición personal para fichar a este joven tan prometedor recién graduado de la Universidad del Sur de California. Y la tarea que tenía Tolmasky, siendo apenas un chaval con 20 años recién cumplidos, era monumental: desarrollar un navegador web para un dispositivo que aún no existía públicamente. "Recuerdo sentirme muy frustrado. Era una tarea prácticamente imposible". Lo mágico acabaría llegando, pero el coste sería altísimo.
Esta búsqueda de la magia significaba que el navegador debía hacer algo que nada antes se había hecho. Jobs lo ejemplificaba con pellizcos sobre la pantalla, con movimientos similares a agitar una varita mágica. "En una semana tenía algo que funcionaba, y en dos semanas tenía algo que mostrar en la Macworld. Ese era el tipo de efecto que Steve podía tener en ti: esto es destacado, esto tiene que suceder, y tú lo haces", recuerda el joven programador.