No tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que el de Graham Norton es uno de los mejores programas de entrevistas que nos podamos llevar a las retinas desde hace años. Más allá de su capacidad para hacerte soltar alguna que otra carcajada en cada episodio, el show del británico es una mina de oro a la hora de descubrir anécdotas que, tal y como dice el protagonista de la que os traigo a continuación, sabes que son reales porque no serías capaz de inventártelas.