A estas alturas ya casi se puede decir que Sean Baker hace por la prostitución en el cine lo que Martin Scorsese hacía con los gangsters. Más allá de que se esté convirtiendo en tema recurrente, si que se puede decir que ambos cineastas se acercan a esos peculiares mundos para indagar profundamente en las costuras del sueño americano. Todo, por supuesto, desde ópticas muy personales, pero además muy cargadas de cine.