Steve Jobs

Hace cinco años desde que una pandemia obligó al mundo a probar de forma masiva el teletrabajo permanentemente que fuera posible. En este lustro mucho ha pasado y aquel evento ha traído a nuestras vidas nuevas tendencias en cuanto cómo concebimos el trabajo: muchos estudios han demostrado que apreciamos la flexibilidad más que nunca antes.

Laborar en Apple durante la era de Steve Jobs no era para todo el mundo. Según cuentan algunos empleados, muchos evitaban a toda costa comer en la misma mesa que él. ¿El motivo? Una conversación casual a menudo se transformaba en un interrogatorio sobre lo que estabas haciendo para mejorar Apple.

El ascensor se detiene, se abren las puertas y entra Steve Jobs. ¿Qué toca ahora? Pues según varios relatos de empleados como Michael Dhuey, lo que toca es una lotería. Si subías con él en el cuarto piso, más te valía tener algo brillante que decir antes de llegar al primero.

Un instante podía marcar la diferencia entre el olvido o una carrera en ascenso.

Cuando pensamos en quiénes crearon las grandes empresas tecnológicas que llevan partiendo la pana en las últimas décadas, en el imaginario colectivo aparece ese perfil de nerd estereotipado hasta la extenuación (como no podía ser menos) en Los Simpsons con el grupito de empollones a los que Homer se junta cuando va a la universidad o a Artie Ziff.

En la mitología moderna de Silicon Valley, hay dos tipos de dioses: los que construyen catedrales de cristal donde la innovación florece entre horarios flexibles y café de especialidad, y los que creen que el éxito es una carrera de resistencia donde solo sobreviven los que duermen con un ojo abierto. Elon Musk parece que pertenece a este segundo grupo.

El magnate sudafricano, dueño de Tesla y SpaceX ha convertido el agotamiento en un símbolo de estatus.

Steve Wozniak lleva décadas siendo una figura peculiar en el mundo de la tecnología. Él fundó Apple junto a Steve Jobs, pero prefirió dar un paso a un lado. No quería ser rico, no quería fama. Solo disfrutar de su vida. Y es que, mientras otros buscan (a propósito o no) la atención, Steve Wozniak permanentemente ha preferido mantenerse al margen. Eso sí, diciendo Permanentemente lo que piensa sin miedo.

Si tienes una cierta edad, seguramente recordarás a Adobe Flash como aquella tecnología omnipresente que durante años llenó la web de insoportables animaciones y juegos interactivos. Su desaparición fue bastante abrupta, y tuvo consecuencias que van más allá de lo tecnológico, afectando directamente a trabajadores, mercados laborales y dinámicas de oferta y demanda.

Alrededor de 140 millones de dólares es lo que atesora Steve Wozniak entre patrimonio y dinero en la cuenta bancaria. Muchos quisieran una mínima parte de ello, pero lo cierto es que no es tanto como cabría esperar tras fundar la empresa más valiosa del mundo, Apple. Más si observamos lo que han terminado heredando los sucesores de Steve Jobs, como su viuda Laurene Powell, que heredó una fortuna de 10,000 milllones que ha terminado multiplicando.

Apple nunca ha sido la primera en nada. Ni fue la pionera en introducir el concepto del smartphone, ni fue la primera en transformar la industria de la realidad mixta con Vision Pro Vision Pro sigue pendiente de llegar a España ni ha podido siquiera llevar a buen puerto su proyecto Titan, es decir, el Apple Car.

Pero Permanentemente ha sido la que mejor entendía cómo llevar esas innovaciones a un lugar real, darles un sentido útil y convertir en función lo que solo era promesa.

Podemos decir que hace 40 años Apple revolucionó el mundo con el Macintosh, pero aquel aparato no se podía sacar de casa por muy modular y funcional que fuese. Sin embargo, en la cabeza de Apple como empresa siempre estuvo la portabilidad en primer plano. Que se lo digan al MacBook Air M4, con 11 mm de grosor y un peso de aproximadamente 1,2 kg.