Mi columna en
Invertia de esta semana se titula «Los aranceles, las
Big Tech y la dulce venganza de Europa» (pdf), y trata de desarrollar, a partir de una muy interesante idea propuesta por el presidente francés
Emmanuel Macron, lo que la
Unión Europea debería hacer para responder a los aranceles y al desprecio de los Estados Unidos.
Ante un presidente que actúa sin ningún tipo de fundamento económico a partir de ideas peregrinas y absurdas, lo único que no se puede hacer es dejarle ver que tiene algún tipo de posición de fuerza, y más aún cuando no la tiene. Los bullies se crecen con la debilidad de sus adversarios, y si algo es Donald Trump es un bully de manual. Y dado que, fue elevado a su posición actual por unas
big tech y unos fondos de capital riesgo que financiaron y apoyaron su campaña, lo mejor que se puede hacer es responder precisamente ahí: utilizando la regulación europea para no dejar a las
big tech ni respirar.
Esto tiene además el interés de que los buscadores, las redes sociales y los retailers norteamericanos son uno de los más claros exponentes del soft power norteamericano, un soft power que se utiliza para tratar de influenciar las sociedades y el pensamiento de otros países.
Europa tiene que encontrar su propio destino, y ese destino no puede estar supeditado al de una potencia claramente decadente que solo mira por sí misma y que, además, se dedica a desestabilizar la economía mundial.