Está surgiendo un interesante debate en el
Reino Unido a cuenta de una propuesta aparentemente muy transgresora: cambiar el actual precio de la electricidad determinado por una subasta a nivel nacional, con todos los ciudadanos pagando los mismos precios por kilowatio (aunque, obviamente, determinados por las tarifas y acuerdos a los que hayan llegado con sus distribuidoras), por un sistema de determinación de precios en función de la zona, que dividiría Gran Bretaña en siete zonas con precios independientes.
¿Cuál es el motivo para pretender terminar con la subasta única? Muy sencillo: el sistema de precio único provoca enormes ineficiencias derivadas del sistema de interconexiones y de la posible saturación de algunas zonas, lo que suele terminar con instalaciones eólicas paradas y recibiendo dinero a cambio de no funcionar, para evitar sobrecargas en las redes de distribución locales. Eso se debe a la disparidad, en muchos casos, entre las infraestructuras construidas en unas zonas y la demanda existente en ellas.
En las islas Shetland, los aerogeneradores permanecen parados en muchas ocasiones debido al riesgo de saturar las redes locales, que abastecen a una población e industria muy escasas. Los pagos que el gobierno destina a compensar a los gestores de esas infraestructuras por estar paradas llegan a representar varios miles de millones anuales.