En una época en la que los videojuegos son desarrollados por equipos de cientos de personas, con motores gráficos complejos y presupuestos multimillonarios, resulta casi inverosímil pensar que uno de los títulos más innovadores, complejos y queridos de los años 90 fuese obra de una sola persona. Pero así fue.
Pero
Chris Sawyer (un programador escocés con una cierta obsesión por el rendimiento de sus creaciones) no sólo creó RollerCoaster Tycoon prácticamente en solitario, no: además lo hizo usando uno de los lenguajes de programación más temidos. Ensamblador.
Como explicaba en una entrevista para Atari-Club, cuando Sawyer trabajaba en la secuela de su anterior éxito, Transport Tycoon. Frustrado por las limitaciones técnicas de la época y desmotivado con el rumbo del proyecto, encontró inspiración en un hobby inesperado: su creciente fascinación por las montañas rusas y su ingeniería. Así nació una idea que cambiaría su vida y la historia de los videojuegos.
En un origen, no tenía una idea clara de cómo quería que fuese el juego final. De hecho, RollerCoaster Tycoon comenzó como un simple 'conjunto de construcción de montañas rusas' dentro del motor isométrico de Transport Tycoon.
Pero lo que empezó como un experimento personal creció hasta convertirse en uno de los simuladores de parques de atracciones más completos, entretenidos y técnicamente admirables jamás hechos.