¿Y si entrenando tu mano izquierda ganases
fuerza además en la derecha? Un estudio reciente explica en qué consiste el
efecto cruzado que ya conocemos desde hace tiempo. El
efecto cruzado implica que al entrenar un
brazo a una pierna, no solamente ganaremos
fuerza en ese miembro, sino que el no entrenado además se verá beneficiado. Suena muy bien, pero todavía existen lagunas en la literatura científica que estudios como el que comentamos a continuación intentan paliar.
El entrenamiento de
fuerza provoca una serie de adaptaciones visibles, como el aumento de la masa muscular, y otras internas, como las adaptaciones neurales. Cuando levantamos cargas, nuestra conexión entre la mente y el músculo mejora y eso permite que seamos capaces de elevar más peso cada vez.
Son esas adaptaciones neurales que no se ven a simple vista, más allá de observar que se mueve más peso, las que están detrás del
efecto cruzado o transferencia cruzada. La literatura científica ha mostrado en varias ocasiones cómo somos capaces de mejorar la
fuerza en el miembro no entrenado, gracias al estímulo que le damos al otro
brazo o pierna.
Se cree que la educación cruzada está mediada por adaptaciones dentro del sistema nervioso central, particularmente involucrando las cortezas motoras. Siendo muy reduccionistas, nuestro cerebro activa los dos brazos o las dos piernas, aunque solamente entrenemos una.