Desde hace ya varios años, la movilidad autónoma ya no es un sueño futurista, sino una realidad cuya única limitación es la voluntad de las ciudades para acometer ese tipo de proyectos con los socios adecuados.
Los robotaxis están transformando la forma en que nos movemos en las ciudades, y el panorama global se divide entre pioneros audaces e iniciativas que han naufragado, generalmente por culpa de sus propios promotores. Mientras algunas empresas consolidan su liderazgo con cifras sorprendentes, otras se han convertido en un ejemplo de lo que sucede cuando la ambición inicial no se traduce en una ejecución y unas prioridades adecuadas, y se deja en manos de personas con visiones anticuadas sobre la evolución del automóvil.
Waymo, por ejemplo, sigue demostrando que la confianza en la tecnología autónoma es capaz de progresar adecuadamente y generar los frutos esperados. Con una expansión vertiginosa, que ha duplicado sus viajes semanales en menos de un año, Waymo ha dejado claro que la ingeniería, la seguridad y la experiencia son claves para conquistar un mercado creado por ella misma. Su éxito no es casual, en pruebas rigurosas y en una apuesta decidida por una infraestructura robusta que genera confianza tanto en los clientes como en los reguladores.
Zoox además se posiciona con propuestas muy interesantes.