Aunque podemos ver que nuestras frutas están relucientes, la realidad es que siempre debemos lavarlas antes de comerlas o usarlas en nuestros platos. Así, te mostramos cómo
lavar correctamente los arándanos para degustarlos con seguridad posteriormente.
Para eliminar suciedad, parásitos y otros contaminantes que  pudieran tener, es relevante
lavar correctamente los arándanos eliminando en un primer momento aquellos que puedan estar rotos o mohosos, así como los restos de hojas o tallos que pudieran tener.
Para un lavado adecuado recomendamos colocar un grupo de estas pequeñas  frutas en un colador, enjuagarlos con agua del grifo agitando suavemente las bayas con las manos para asegurarnos que todas queden expuestos al agua.
Podemos además dejar los arándanos en remojo en una mezcla con agua y vinagre o bicarbonato de sodio y posteriormente enjuagar con abundante agua del grifo antes de escurrir y pasar a
secar.
Para eliminar el exceso de humedad, recomendamos después de cada lavado secarlos para evitar su pronto deterioro.
Para ello, recomendamos forrar una bandeja para hornear con una toalla de tela o varias hojas de papel de cocina y colocar allí los arándanos en una sola capa dándoles pequeños toques con suavidad con más papel absorbente por encima.