El
Presidente y CEO de
Ford,
Jim Farley, acaba de volver de un viaje a
China, y está horrorizado. Lo que ha visto allí le ha dejado completamente asustado, hasta el punto de considerarlo como «una amenaza existencial» para su compañía, y por extensión, para todas las compañías tradicionales de automoción.
En efecto, lo que Farley ha podido ver en su viaje le ha forzado a rediseñar desesperadamente su estrategia, a plantear un cambio radical en una aproximación al vehículo eléctrico que además de enormemente tibia â lo que supone simplemente «hacer algún vehículo eléctrico mientras seguimos considerando los de combustión interna como nuestro producto más importante» â le ha llevado a perder varios miles de millones de dólares y a mantenerse en una posición completamente retrasada en la industria.
¿Pero qué ha visto Farley en China? Pues básicamente, a poco que muestre un mínimo de atención: el mayor mercado del mundo, se caracteriza ahora porque ya un 40% de las ventas son de vehículos eléctricos, y que la fuerte competencia ha convertido a las marcas que participan en brutalmente competitivas ya no a nivel chino, sino a nivel internacional.
Vehículos eléctricos con autonomías de más de 480 kilómetros por poco más de diez mil dólares, perfectamente comparables sin palidecer en absoluto con vehículos eléctricos producidos por las marcas tradicionales que cuestan más del triple.