Apple apunta a ser una de las empresas más damnificadas en la guerra arancelaria que mantiene Estados Unidos con gran parte del mundo y especialmente con
China. Todo por mantener gran parte de la fabricación de dispositivos como el
iPhone en
China. Para
Donald Trump la solución es simple: que los fabriquen en Estados Unidos. Para Apple, no es tan fácil.
De todos los planes que maneja Apple para impedir que los
iPhone suban mucho de precio, el de fabricarlos en casa es el menos viable. No es algo que venga de ahora, de hecho, ya que es algo que se valoró en la época de Steve Jobs y que se volvió a valorar hace ocho años, en la primera etapa de Trump como presidente. Hay muchos motivos para ello, aunque el económico es el más relevante. El Bank of
America acaba de demostrarlo con datos.
Tal y como vimos hace unos meses, para fabricar un
iPhone 16 Pro Max, Apple necesita invertir aproximadamente 485 dólares (unos 433 euros al cambio). No es algo exacto, dado que el coste
iPhone no cuesta únicamente lo que sus componentes le valen a Apple. Si bien en esta ecuación se añaden algunos costes indirectos, no están todos. Siempre hay que sumar elementos como la inversión en investigación y desarrollo, sueldos, costes de electricidad y agua en las fábricas, transporte y, por supuesto, aranceles.
Por tanto, y pese a que este terminal se venda en Estados Unidos por un precio mucho mayor (1,199 dólares antes de impuestos), el coste real de la producción es mayor.