Eso de que hacer deporte es bueno lo sabemos todos. Que nos conviene por tanto practicarlo, además. Sin embargo, es complicado localizar la fuerza de voluntad
suficiente como para ser regular y que se convierta en un hábito en nuestra rutina. Es justo lo que me pasaba a mí hasta hace unos años.
Hubo hasta tres factores fundamentales para ello: haber dejado de fumar, tener dolores de espalda y haber encontrado la app idónea para mis rutinas. Y no, no hablo de ninguna app especializada que muestra nuestro progreso y que tienen multitud de funciones interesantes. En mi caso me sirvió con la simple, pero útil, 'Recordatorios' de Apple. Y solamente con un recordatorio recurrente.
Integrar el hacer ejercicio como una tarea más de mi lista de cosas por hacer cada día fue sin duda clave para que al final se acabase convirtiendo en un hábito del que ni puedo, ni quiero escapar. Lo primero porque, por tonto que resulte, me he vuelto adicto a la sensación de satisfacción que genera completar tareas, ya sea una tan sencilla como poner una lavadora u otra más exigente como la de hacer ejercicio.
Y es que durante años fue una tarea que fui dejando. Primero debido a que la olvidaba o sencillamente cuando la recordaba pensaba que no era buen momento y que ya si eso me ponía mañana (y nunca era cierto).