Creo que nadie se va a escandalizar si digo que vivimos en la era de las franquicias. Todo, es candidato a convertirse en saga si tiene un poco -un poquito nada más- de trascendencia en la cultura pop. Y si para ello tenemos que resucitar filmes y propiedades intelectuales de hace más de cincuenta años, pues que así sea. No es que no haya nuevas ideas, que las hay: es que en Hollywood prefieren pisar sobre seguro, contar las mismas historias otra vez actualizándolas para un nuevo público que no existe, fingir que respetan el legado cuando lo que hacen es pisotearlo de manera continua. Y es en este contexto en el que llega 'Apartment 7A', la precuela de 'La
semilla del diablo'.
'Apartment 7A', que nace con la idea de ser simple contenido para streaming, es, para sorpresa de nadie, simple contenido. De hecho, la promesa de explicar lo que pasó antes de 'La
semilla del diablo' es una mera excusa para hacer un
remake de la primera parte, esta vez protagonizado por una bailarina que sufre las mismas revelaciones y conoce a los mismos personajes que Mia Farrow en la cinta original. Es un absoluto sinsentido, una gloriosa absurdidad tan ridícula e innecesaria como desesperada. Pero eso lo sabemos todos de entrada antes de verla... incluidos sus creadores.