Cuando ves a un grupo de músicos ingleses lanzando afectadamente un álbum silencioso como protesta por el uso que creen que la inteligencia artificial hace de sus obras, te das cuenta de que es fundamental poner fin a la voracidad del copyright y de la propiedad intelectual, si no queremos que un modelo completamente anticuado, sin sentido y que jamás ha protegido a los creadores se convierta en un freno a la innovación.