Cuando la existencia diaria se vuelve algo difícil de sobrellevar emocionalmente, la identidad puede llegar a sufrir diversas fracturas. Las conocidas crisis que se atribuyen a la edad no dejan de ser reacciones ante lo que se percibe como estancamiento, la sensación de haberse quedado encarrillado en una trayectoria que no era la esperada.
Al final, todos pensamos en poder acceder a una vida que no es la nuestra, considerando que pueda ser la buena de verdad.